¿Dónde estás cuando no estás?

 

¿Donde estas cuando no estas?

Hay un instante donde dejé de creer que podía resolverlo todo, que la penumbra era más grande que mi ego, donde el mal siempre iba a triunfar sobre el bien. Pero no puedo pensar así, sino no sería lo que soy ahora. Desde hace un tiempo me convertí en un detective, el detective Razalas, ex policía y agente de mierda. Seamos honestos, soy el cliché de los detectives, un tipo depresivo que quiere encontrar un ápice de esperanza donde hay maldad. Quise sacar a mi ex esposa de la cárcel y casi hago que maten a mi hija. No sirvo para mucho, pero tengo algo que ya nadie tiene: sentido común. Ese sentido común me enaltece y conforma mi motivación de vida.

Trato así de resolver casos a los que nadie puede y, lamentablemente para las autoridades, terminó resolviendo más cosas de las que debería. Porque todo es una cadena, todo lleva a algo y todo concatena en un universo infinito de posibilidades. Eso me lo enseñó Sebastian en su libro, que en paz descanses, nunca fue mi intención que mueras y lo sabes.

¿Por qué le escribo algo si no lo va a leer? …Que pelotudo por dios… necesito dormir…

El caso que me mantuvo sin dormir por dias fue el de Nora, una señora jubilada que había perdido a su nieto. Fueron a la plaza, como todos los sábados, y en un parpadeo lo perdió de vista. Cinco años tenía cuando desapareció, hace casi un año que lo está buscando.

La fui a ver la semana pasada y el camino hasta su casa fue desgarrador. Ver en los árboles la foto del nene pegada como si fuese un animal perdido me hizo pensar en mi hija, me hizo pensar en lo mal que estamos como sociedad…

¿Cómo se puede perder un nene así de la nada? ¿Nadie lo vió? ¿Para qué hay tantas cámaras de seguridad si después cuando las necesitas no funcionan?

Yo conozco del tema, al haber sido policía sé lo cagona que puede ser la gente cuando se le pide la filmación de su cámara de seguridad, pero es por un bien mayor…

Antes de llegar a la casa de Nora me fui al bar de mala muerte que hay en el barrio. Por fuera se ve gente tirada, a veces vomitando, otras veces fumando, pero por dentro es un palacio. Creo que hay gente que fomenta ese mal pensar sobre los bares sólo por un par de quebrados que se paran ahí para dormir, que se yo, necesitaba tomar algo que me despabile y la gaseosa es más barata ahí.

Me senté, pedí la gaseosa, se me acercó un tipo con una bolsa en una mano y un par de medias en la otra. Me ofreció una oferta tentadora a la que accedí pero le dije que me esperara porque iba a buscar cambio al auto. Salí tranquilo y le avisé a uno de los policías de civil que estaba fumando apoyado en la entrada que agarrara al de la bolsa, que estaba armado. En efecto, fue y lo detuvo, por portación de arma de fuego e intento de robo. No perdí ese instinto loco por el que me echaron esos pelotudos de la comisaría…

Nora me contó que Fernando estaba en el tobogán, gritándole que le sacara una foto, cuando ella buscó el teléfono en la cartera y volvió a ver ya había desaparecido. Habrán pasado segundos, pensé. Le acepté una foto en tamaño carnet donde se lo veía sonriendo, me puse a pensar que quizás donde estaba ya no sonreía más…

¡Qué mierda es perder a un ser querido!

Volví a casa en el colectivo rojo, ese que me lleva a todos lados pero que me bajo antes de hincha pelotas que soy. Me apoyo en el vidrio y trato de imaginar a donde se lo habían llevado a Fernando. Es horrible pensar que alguien se pueda robar a un nene y tenerlo secuestrado, que mente siniestra debe tener esa persona. Nadie pidió rescate ni la llamó a Nora, así que no fue para sacarle plata, algo más debe estar pasando y no me doy cuenta.

El colectivo frenó bruscamente haciéndome acordar que me tenía que bajar antes de la estación… 

… Que tarado sos Razalas…

¿Dónde estás cuando no estás? ¿Qué te tiene tan estúpido que te hace salirte de la rutina?

Pensaba en voz alta mientras miraba al piso, veredas salidas de lugar, las cuales tuve que esquivar cual rayuela. Muy lindo el trabajo de los municipios que arreglan todo menos las baldosas flojas… Entonces miro entre una de ellas y había dos monedas, las agarré. No soy de tener monedas en los bolsillos porque me molesta el ruidito que hacen, pero siempre me hacen falta cuando voy a comprar. 

Los árboles rodean a la estación haciéndola aún más linda al caer la tarde, ese rojo anaranjado me hace poner la piel de gallina. Llega el tren y me subo, por suerte no hay mucha gente, así que me apoyo cerca de la puerta, me llego a sentar y me quedo re dormido. Tres estaciones me separan de la casa de Nora, el viaje se me está haciendo eterno igual, necesito llegar a casa y sacarme estos zapatos que me aprietan. La voz del tren me informa que la próxima estación es…

De pronto las luces empiezan a parpadear y la voz parece hablar en francés. La gente se empieza a preguntar que está pasando y se amontonan en las puertas. Los trenes funcionan como el culo, pensé, cuando lo estaba por decir en voz alta miro al piso. Había un niño sentado con una latita al lado, era cuestión de segundos para que alguien lo aplastara. La gente me empuja y me caigo a la mierda. Un costalazo que me va a doler mañana seguro… miro hacia adelante y las monedas habían rodado de mi bolsillo haciendo ese ruidito que odio con todo mi ser. Me abalanzo sobre el nene para que no lo aplasten, por suerte soy de espalda grande así que no sentí tanto los pisotones. Trato de sacar la billetera para que no me la roben, si señores, este país es peligroso… 

- ¿Es suyo esto señor? - Me dice el nene extendiéndome la mano… eran las monedas… lo miro y veo la foto de Fernando en mi billetera.

La saco y hago que la vea… nuestros ojos se llenaron de lágrimas al mismo tiempo. El tren para en la estación de casa, le agarro la mano al nene y le digo en voz baja:

- Corramos.

Los dos sabíamos que por fin era libre…





FIN



Relato escrito por Pablo Salazar

(Leer o Reventar) (youtube)

ilustración por: 

Luciana Contreras Contursi

instagram: @blood_lacc





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